Hemos estado escuchando un murmullo. No viene de las paredes. Suenan los ruidos de la oscuridad en el momento en el que es profunda y nadie distingue lo que ve. Nos conducen hacia la sala del museo, directo al sol que Luisebastián disloca del “espacio natural” –el afuera– y emplaza en el espacio expositivo –el adentro–.

El artificio de un sol golpea hasta la entrada, su luz se filtra por el pasillo. Un astro ámbar acapara la sala, besa sin calor el rostro de los cuerpos entrando al espacio. El cuerpo que interfiere en la proyección lumínica se transforma, sin saberlo, en objeto eclipsante: pasa a ser un orbe con sombra que enseguida, hacia arriba, en un tríptico de pantallas negras, lee las formas en las que un narrador repite el movimiento aparente de La estrella. En la superposición de todas las imágenes, en lo inabarcable que es la noche cuando ya nada brilla, presenciamos un acontecimiento a través de la palabra escrita.

Temporada de eclipses es una experiencia lumínica, un diálogo entre las obras de dos artistas separadas por tres décadas. El punto de partida es la obra Proyecto para un evento solar (1991), de Maryluz Álvarez (el simulacro de un eclipse del que solo queda el registro fotográfico en blanco y negro). La respuesta a ese ensayo escultórico es la instalación de Luisebastián Sanabria: la prolongación de un segundo eclipse al interior de la sala C del Museo de Arte Moderno de Medellín.


Curaduría: MSD (Sebastián Mira y Daniela Gutiérrez-González)