Decidí visitar los baños de hombres del Centro Comercial Andino (Bogotá) diariamente. En mis visitas descubrí la urgencia de varios usuarios por el contacto físico, visible en los números de teléfono —forzosamente legibles— que están en las puertas y parades de los baños. 
El gesto rabioso y desobediente de apropiarse de un baño público para escribir sus ofertas y demandas sexuales revela fugas en el espacio, nos advierte de las jerarquías que nos organizan dentro y fuera de él, de las limitaciones que tenemos para prolongar nuestros deseos. El tiempo necesario para rayar las paredes de un cubículo; entrar y salir, subir y bajar de un baño a otro para autopromocionarse con prisa, expone el carácter efímero e impulsivo de este gesto.

En colaboración con CAMPO producimos la primera edición de cien ejemplares de un directorio que reúne números de pasivos, activos, maduros, pollos, osos, profesionales, masajistas, escorts, anónimos, serios, con plumas, policías y hasta un médico geriatra gay.